¿Cómo conseguir hacer negocios de forma diferente? Impacta con tu Elevator Pitch.

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Imagínate que acabas de pulsar el botón de un ascensor. En este momento, te encuentras ensimismado, mirando a la nada, y dándole vueltas y más vueltas a ese proyecto que tantísimo te entusiasma pero del que necesitas un empujón inicial claro. Estás esperando a que la cabina acuda a tu planta. La luz del botón pasa de rojo a verde, lo que indica que el ascensor ha llegado. ¡Ding! Las puertas se abren y ahí te encuentras con una persona en su interior. –¿Sube? -Sí. -De acuerdo. Te introduces en el cubículo y miras de reojo a tu acompañante. Y, de pronto, en tu cabeza asoma un pequeño pero ilusionado pensamiento. ¿Quién me dice que esta persona no es a la que estoy esperando para ayudarme con mi soñado proyecto? De pronto, un torrente de argumentos se te pasa por la cabeza, miles de palabras se entrecruzan en tus pensamientos, tratando de crear el mejor discurso que logre captar la atención de esa persona y consiga hacer que se decante en apostar por ti y tu grandísima idea de negocio. Pero ¿cómo? ¿Qué puede chocarle tanto como para interesarse por mí?

¿En qué consiste el Elevator Pitch?

En este nuevo post os traigo la solución a esta situación: el Elevator Pitch. Seguramente, muchos de vosotros ya conocéis el término, pero para quien aún no lo sepa, os lo aclaro. El Elevator Pitch no es más que una estrategia de convicción basada en la creación de un “micro-discurso” diseñado para impactar de tal forma que en menos de 45 segundos (o lo que viene a ser, durante el tiempo que dura un viaje en ascensor) logres convencer a tu receptor de que tu idea es interesante y no se arrepentirá en invertir en ti. Parece sencillo ¿verdad? Pues a mí me resulta algo extremadamente complicado.

A continuación, os daré unas indicaciones para que os pongáis ya de ya a diseñar vuestro impactante Elevator Pitch y dejéis a todos con la boca abierta y, lo que es más importante, creándoles curiosidad y ganas de conocerte y saber algo más de ti.

En Inspira Workspaces, al tratarnos de un Centro de Negocios, son muchísimos los clientes que van alquilando cada uno de los despachos privados que ofrecemos. Por ello, nos parece una muy buena idea que, cada vez que un nuevo cliente asienta su oficina en nuestro workspace, convoquemos una sesión conjunta de “Elevator Pitch” entre todos los despachos en nuestro espacio Coworking. ¿Qué en qué consiste? Cada uno de los coworkers expone en qué consiste su negocio desde una perspectiva dirigida a establecer relaciones de negocio con el  resto del grupo. De esta forma, cada despacho conoce qué actividad económica desarrollan sus vecinos de workspace y surgen acuerdos entre unos y otros. Es una acción de Networking brutal y que siempre da buenos resultados entre nuestros clientes.

Pues eso, como os comentaba, el Elevator Pitch debe consistir en un pequeño discurso de muy corta duración pero de una calidad tan arrebatadora que logre encender una chispa de curiosidad en la persona a la que nos dirigimos. Curiosidad que acabe por llevarle a contactar con nosotros y pedirnos si, por favor, podemos explicarle con más detalle de que va ese proyecto del que le hablamos ese día en aquel viaje de ascensor… ¡Bingo! Lo tienes en el bolsillo.

Consejos basado en la experiencia.

A continuación, te voy a dar un consejo para que puedas elaborar tu increíble e impactante carta de presentación, bajo la experiencia que viví durante mi época como estudiante de máster. Recuerdo que mi profesora de Dirección de Negocios nos pidió que creáramos un Elevator Pitch en el cuál tratásemos de definirnos a nosotros mismos como personas y trabajadores. El discurso no podía superar los 20 segundos. Entonces yo, básicamente lo que hice fue enumerar mis estudios y comentar algunas de mis características personales, bastante por encima… Son 20 segundos, ¿qué quieres que te cuente? Pues al día siguiente, cuando mi profesora me mandó a la palestra a recitar mi discurso, su comentario fue el siguiente: «Creo que para cuando me he bajado del ascensor, ya se me ha olvidado todo lo que me has dicho». Y yo ofendidísima. Pero terrible razón llevaba. Decidme, ¿a cuántas personas conocéis que tengan estudios, que sean ordenadas, responsables, con muchas ganas de aprender y trabajar y que dominen medianamente el inglés? Hoy en día, o me das algo que me sorprenda y me deje con ganas de saber más de ti o, directamente, no te compro. Para mi consuelo, a todos mis compañeros nos pasó lo mismo.

Bueno, pues nuestra profe nos dio otra oportunidad para volver a redactar nuestro Elevator Pitch y presentarnos al día siguiente. Me acuerdo que en nuestra siguiente clase, salió a exponer uno de mis compañeros. Todos nos quedamos loquísimos cuando empezó a hablar en perfecto coreano. Después de 20 segundos de sonidos ininteligibles al entendimiento de absolutamente nadie en la sala, este chico le entregó una pequeña tarjeta a la profesora. En ella se podía leer: “Llámame cuando necesites cerrar negocios con la futura potencia económica mundial: Corea del Sur”.

¡Wow! A mí me convenció. Bien puede ser probable que esa persona no necesite un experto hablante de coreano, pero ¿y si sí? Si fuera mi caso, pasaría de revisar currículums, me quedo con ese chico que me dejó tan loca en aquel viaje de ascensor.

Os voy a dejar por aquí un vídeo, publicado por IurisDocTV, que a mí me resulta muy original y curioso y que además, ayuda muchísimo a comprender el concepto con una serie de ejemplos que nos muestran qué comentarios incluir en nuestro Elevator y cuáles es mejor evitar:

Como conclusión.

Lo más importante que tienes que tener en cuenta a la hora de redactar tu Elevator Pitch es resultar impactante, ser diferente al resto, dejar claro tu mensaje pero bajo una perspectiva basada en la búsqueda de la sorpresa. Ten en cuenta que el objetivo principal de esta primera toma de contacto será causar curiosidad en esta persona. Si lo consigues, crearás interés en ella y te llamará para pedirte que completes tu presentación. Es en este momento donde ya puedes lucir tu listado de estudios académicos, tus cuatro años viviendo en Corea y tus 2 años de experiencia en esa importantísima empresa de publicidad de la que te enriqueciste de enormes conocimientos estratégicos.

Desde Inspira Workspaces te animo a que hoy, cuando llegues de tu trabajo, te pongas tu pijama y te acomodes en el sofá, cojas una libretita y un lapicero y saques tus dotes más creativas en la definición de tu alto potencial como persona y trabajador que estoy segurísima que tienes.

¡Se me olvidaba! Aquí os dejo un link a una página web que da muy buenos consejos para crear vuestro propio Elevator Pitch. ¡SUERTE!


¿Qué emociones transmiten los colores de tu workspace? El poder de la decoración.

¿Sabíais que la decoración de un espacio afecta a nuestro estado de ánimo?

En este post explicaremos cómo influyen los colores de la gama cromática en nosotros, estimulando ciertas emociones y alterando o relajando nuestro estado anímico. Posteriormente, llevaremos este concepto a meditar sobre estrategias en la decoración de tu oficina, dependiendo de qué es lo que quieres transmitir a través de los colores que decidas escoger.

Yo bien es cierto que sé que me siento más a gusto o menos a gusto en según qué lugares, pero porque me basaba en la certeza de que esto depende exclusivamente de los gustos personales de cada uno. Pues no. Resulta que además de nuestros gustos y de la cultura en la que vivimos, la decoración (y todo lo que lleva asociado, como son los colores, el mobiliario, la disposición de los elementos, etc.) provoca unas interconexiones neuronales en nuestro cerebro que nos hacen experimentar diferentes sentimientos y sensaciones sin que nosotros podamos hacer nada por evitarlo (realmente a veces me fascina nuestro coco… lo domina todo y nosotros ni nos enteramos).

Sentir la naturaleza dentro de la oficina.

Un día, recuerdo que decidimos trasplantar todas nuestras plantas y flores a unas nuevas macetas. Para no molestar a nadie, guardamos las plantas dentro de nuestro almacén para después darles su nueva casita. En ese momento, acudió a la recepción uno de nuestros clientes más fieles. Nos encontrábamos cada día, ya que su empresa tiene contratado un despacho fijo con nosotros. Sin embargo, hacía tiempo que no nos veíamos, ya que recientemente se habían mudado de nuestro despacho de la segunda planta a otro de nuestros despachos ubicados en la séptima planta del edificio del número 30 del Paseo de las Delicias. Bueno, pues a lo que iba. Comenzamos a charlar en la recepción de la segunda planta acerca de qué tal se encontraba en su nuevo despacho, si estaba a gusto, si echaba de menos el ajetreo diario que vivíamos en la segunda planta con tantas reuniones, etc. Cuando ya se iba, se paró en el rellano y nos miró con expresión confusa. Y nos dijo… «¿Habéis hecho algo nueva en la recepción? La noto como mucho más fría…» Nosotras nos miramos pensando… No que nosotras sepamos. Pero entonces nos dimos cuenta… Faltaban todas las plantas. Y ahí es donde descubrimos el poder del tono verde en nuestra percepción y sensaciones. Sin ninguna intención, los diferentes tonos verceos de nuestras plantas y flores transmitían muchísima paz y acercaban a nuestras visitas al medio natural, haciéndoles sentir puros y libres. Un pequeño toque, tan pequeño que no esperas que cause ningún impacto, y que sin embargo, ejerce un poder enorme en la creación de un ambiente acogedor y potenciador de nuestra vena más creativa y productiva.

Otro día, ojeando una revista de decoración que me llegó el otro día a casa (tengo que ponerme a organizar y redecorar mi nueva casita de alquiler para que deje de parecer de principios del Siglo XX…), estaba buscando inspiración para crear un ambiente acogedor y que transmitiese relajación y calma en mi salón. Me topé con un artículo que explicaba que estas sensaciones están estrechamente vinculadas con la gama cromática que escojas para la pintura de las paredes y el mobiliario que elijas.

De hecho, os voy a dejar además un vídeo, creado por el psicólogo Raphael García, que explica muy bien quétipo de emociones estimula cada uno de los colores:

¿Y cuál es el color idóneo para decorar un centro de negocios, con todas sus oficinas y salas de reuniones?

La idea me pareció súper difícil pero a la vez algo en lo que meditar.

En mi opinión, una oficina debe incitar a la concentración, fomentando la calma pero a la vez ese impulso nervioso que bombea y mueve los negocios. ¿Cómo conseguimos llevar a cabo esta contrariedad? Difícil. Por otro lado, creo que es de suma importancia que la decoración de nuestros centros sea acorde a los colores de nuestro logotipo ¿no? No vamos a diseñar nuestro logo con tonos pastel y fina caligrafía y después pintar las paredes de nuestra oficina de color azul y amarillo. No tendría ningún sentido y se perdería completamente la conexión con el mensaje que deseamos transmitir.

Sentada en la recepción, me dediqué a observar todas las características estéticas de nuestro workspace intentando analizar lo que transmitían en mi interior. Inspira Workspaces gira entorno a cuatro colores principales: rojo, gris, blanco y negro.

¿Qué sensaciones trata de estimular cada uno de estos tonos en nuestros cerebros? Os lo cuento:
  • Rojo: tono oficial de la pasión, del poder, de los impulsos, de la acción-reacción, de la intensidad más potente. ¿Qué busca este color? La estimulación y el aporte de fuerza y energía en nuestros clientes, que les lleve a cerrar enormes negocios con el máximo éxito. Bien es cierto que tampoco debemos abusar de colores tan llamativos como este, debido a que pueden resultar agobiantes y conseguir el resultado contrario al que buscamos. En nuestro centro, por ejemplo, aplicamos este color a las sillas, butacas y puertas de cada una de nuestras salas y despachos. Digamos que son como pequeños toques de color que aportan vitalidad y energía al ambiente.
  • Gris y Blanco: son los colores neutros por excelencia. Transmiten pureza, delicadeza, sensibilidad, buscando hacernos sentir tranquilos y relajados, aspectos importantísimos para hacernos mantener la sensatez en nuestra parte más racional (no viene nada mal una mente fría cuando se están tratando temas trascendentales para tu empresa, ¿no crees?). En Inspira Atocha, las paredes de las salas se tiñen de un gris clarito que además consigue transmitir la percepción de amplitud en la sala, evitando la sensación de agobio y encierro. Cada una de nuestras mesas de reunión son de un blanco puro, que transmite orden y serenidad, aspectos esenciales para mantener la calma en nuestro interior, consiguiendo estimular nuestra concentración y preparando a nuestro cerebro para funcionar de una manera limpia y eficaz.
  • Negro: elegancia, ni más ni menos. No hablo de pintar las paredes de las salas de negro y que parezca que entramos en una mansión gótica con ornamentadas pinturas de retratos y candelabros cubiertos de telarañas. Obviamente el negro nos ayudará a crear belleza y elegancia siempre y cuando lo utilicemos en los pequeños detalles, como puede ser, sin ir más lejos, en el marco de un sencillo cuadro.

Como conclusión, los colores tienen un grandísimo poder sobre cómo percibimos el mundo que yo, desde luego, desconocía. Aunque luego pensándolo, me dije a mi misma… – ¿Tú te vistes igual un día que te levantas radiante y feliz porque has quedado con tus amigos a disfrutar del sol del sábado a mediodía en una terraza, y un día que has dormido fatal porque ayer discutiste con tu compi, tienes ocho mil cosas que hacer y que encima acabas de descubrir que no hay café hecho? – Em no, desde luego que no. Para la primera opción, seguramente escogería una falda roja con topitos blancos que adoro, con una blusa blanca y unos tacones negros, y en la segunda opción creo que me decantaría por una sudadera azul, vaqueros pitillo oscuros, y mis tennis skechers negras (sus mullidas plantillas siempre me acompañan en mis días más duros).

Así que bueno, si estáis pensando en darle un lavado de cara a vuestra casa o cambiar radicalmente la estética de vuestro negocio, recordar fijar siempre el mensaje que deseáis transmitir para escoger los colores idóneos que consigan ser fieles a las sensaciones a estimular.


La cercanía a zonas naturales de tu Workspace. ¿Influye esto en tus empleados?

Qué bonita es la naturales, y que bien nos hace por dentro, curándonos de estrés y ansiedad y ayudándonos a conectar con nosotros mismos. Este post trata de mostrar cuáles son los numerosos beneficios que puede atraer para tu negocio el ubicar tus oficinas en zonas cercanas a espacios verdes. Este factor, incide directamente en la sensación de bienestar personal y laboral de tus empleados, elevando su felicidad, motivación y con ello, su productividad.

En Inspira Woskspaces nos encanta cuidar de nuestras pequeñas flores y plantas, que decoran nuestro ambiente de trabajo transmitiéndonos una fragancia de paz que no nos viene nada mal dentro del frenético mundo que es el sector de los negocios. ¡Ah! Y se me olvidaba… La ubicación. A parte de estar situados a escasos metros de la Estación Ferroviaria de Atocha, son pocos los minutos que nos separan del grandioso parque de El Retiro, fuente de naturaleza y paz, pulmón verde de la gran ciudad y punto de encuentro de deportistas o personas que desean respirar aire puro y disfrutar del sol sobre sus cabezas y de la hierba y la tierra bajo sus pies.

Como ya sabéis por otros post, amo Madrid. Vivo enamorada de su caótico ir y venir de personas tan diferentes entre sí, de sus luces, de sus edificios, de su vida social, de sus eventos, y de todas las sorpresas que esconde cada uno de los adoquines que asfaltan sus calles.

Me encanta pasear de noche por la Gran Vía, ver escaparates, tomarme algo en la Plaza de España, siempre abarrotada hasta los topes de turistas procedentes de todas las partes del mundo. Los domingos, adoro pasearme yo sola por la cuesta del Rastro buscando objetos curiosos y extrañas antigüedades (como adora el 90% de la ciudad, pues siempre está hasta arriba), para después tomarme un buen vermú de ley sentada en alguna de las cientos de terrazas que pueblan las calles y plazas del barrio de La Latina, rodeada de alegres personas y grupos de jóvenes amigos que disfrutan igual que yo de su día de descanso.

Sin embargo, cómo echo de menos mi campo, mis viñas y mis montañas. Yo vengo de una tierra donde lo más extraño es encontrarte con edificios de una altura superior a 5 pisos, donde no sabes cuándo la carretera comienza a transformarse en camino de tierra, donde los ríos son las piscinas oficiales, donde los niños y no tan niños, nos colgamos de las ramas de los árboles y nos balanceamos en columpios hechos de cuerdas atadas a las ramas. Una tierra que, en época otoñal, se transforma en un lienzo de preciosos y vívidos colores, rojos, naranjas y amarillos, gracias a los viñedos que pueblan toda su superficie forestal, y donde el aire es puro y limpio, llena tus pulmones y los calma con su esencia mágica y curativa. Amo la ciudad, pero no podría concebir la vida sin saber que, en el momento en el que mi cuerpo pide un break, un descanso, una desconexión del ajetreo de la capital, mi tranquila tierra me estará esperando con los brazos abiertos.

Resetear cuerpo y alma.

Y bien es cierto que a todos nos hace falta de vez en cuando conectar con la naturaleza. Descalzarnos y sentir la hierba bajo nuestros pies, sentir la paz, la frescura de la vida y el sentimiento de libertad recorriendo nuestras venas. Es como si nuestro cerebro se reseteara, dejara en un pequeño huequecito al fondo de la mente todos nuestros problemas, nuestras preocupaciones diarias, y quedara en blanco. Libre.

La gran ventaja de trabajar cerca de espacios verdes.

La verdad es que la naturaleza nos hace muy bien, nos calma y, por lo tanto, nos hace sentirnos más apaciguados y con la mente más clara. Es por ello que resulta un elemento que puede atraer grandísimos beneficios a las empresas si lo instauramos en nuestro día a día en la oficina. ¿Por qué no? Acercar un poquito a la madre tierra al workspace puede traer la calma a tu negocio y potenciar la productividad de tus empleados, ya que se sentirán muchísimo más relajados y con la mente mucho más despejada para tomar grandes decisiones que no estén basadas en la impulsividad.

Recuerdo una vez a una amiga malagueña que me decía: “Cómo echo de menos la playa y el mar. No sabes lo que era terminar de estudiar durante todo el día, encerrada en mi casa, con la cabeza saturada y salir al atardecer a pasear descalza por la arena de la playa y mojar los pies en el agua del mar… Eso te curaba cada fibra de tu cuerpo, de arriba hasta abajo”.

Pues he decir que yo no tengo el mar, pero sí tengo la grandísima suerte de trabajar en un centro de negocios ubicado tan cerca de este mágico parque de El Retiro. Son muchísimas las tardes que, después de terminar la jornada laboral, me acerco a este lugar y me doy un paseo entre sus largos caminos de tierra rodeados de hectáreas de árboles, flores y demás vegetación. Siempre termino sentada en una terraza, al lado del gran estanque, con una sensación pletórica de calma y felicidad. Me voy a mi casa pareciendo que vengo de una sesión de spa.

La ubicación de tu empresa incide directamente en tus empleados.

Esto me acaba de recordar a un artículo que leí recientemente acerca de las estrategias de las empresas en cuanto a la captación y retención de talentos. Bien es cierto que Madrid está repleta de empresas de altísimas categorías, y que sin embargo, tienen muchas dificultades a la hora de captar empleados. ¿Qué por qué? Por la ubicación en la que se encuentran. Se me viene a la mente el caso de mi querida prima. Ella trabaja como reportera en una de las más importantes cadenas de televisión de este país y adora su trabajo (desde que era bien pequeña, estaba claro que nació para la televisión). Sin embargo, siempre que quedo con ella y le pregunto por su trabajo me dice: “Muy bien, pero estoy machacada. La empresa se encuentra a las afueras de Madrid y tengo una hora y media de ida y otra hora y media de vuelta. Para cuando llego a mi casa, casi que me tengo que volver a levantar para volver a trabajar.” A lo que yo un día le contesté: “Si quieres, puedo esperarte a la salida de tu trabajo y tomamos algo por algún bar de la zona”. “¿Qué bar? – me contestó – Si no hay ni un edificio a tres kilómetros a la redonda”.

Y, pensando en esto, me di cuenta de cuánta importancia tiene la ubicación para los empleados de una empresa. No es lo mismo tener que desplazarte todos los días durante largos trayectos hasta tu trabajo, que trabajar en el puro centro de Madrid, magníficamente conectado por varias líneas de metro y autobús. Como tampoco es lo mismo salir de trabajar y poder desconectar paseando por el parque que tienes justo al lado, o comer en un restaurante cercano, o visitar tiendas de la calle principal donde te encuentras, que salir de trabajar y sólo ver en el horizonte la fría marquesina de tu autobús urbano sin nada más alrededor.

Por último, me gustaría compartir con vosotros el siguiente vídeo, creado por el Dr. Javier Eduardo Moreno, Médico Especialista en Medicina Alternativa, que explica con sabiduría biológica y médica todos los beneficios que el simple contacto de unos 5 minutos diarios con la naturaleza tiene en nuestro cuerpo pero, sobre todo, en nuestra mente:

En conclusión, dos de los grandes consejos que os puedo dar para fomentar la productividad y el bienestar de vuestros empleados es, acercar un poquito la naturaleza dentro de la oficina. Simplemente con unas plantitas, o con elementos que recuerden al exterior, hechos de materiales de piedra o de madera. Y la ubicación. Una ubicación céntrica y que disponga de servicios cercanos, como hostelería, gastronomía, ocio, compras, y que encima se encuentre tan cerquita de zonas verdes, es una maravilla para cualquiera.


¿Cómo integro a las diferentes generaciones dentro de un Workspace?

¿Nunca os habéis parado a pensar en cómo la generación a la que perteneces puede influir en tu forma de concebir el trabajo y llevar a cabo tus funciones dentro de la empresa?

Por el hecho de trabajar en un centro de negocios, son muchísimas las personas que conozco a diario y que pertenecen a un sinfín de diferentes rangos de edades.

Dentro de una misma sala y asistiendo a la misma reunión, me encuentro ante jóvenes treintañeros tratando temas de suma relevancia con veteranos empresarios de altos cargos. O incluso jefes mucho más jóvenes que la mayoría de sus empleados. Este hecho me ha llevado a pensar en múltiples ocasiones si la edad condiciona tu forma de ver los negocios y de desempeñar un trabajo.

En este post trataremos de analizar si la mezcla entre diferentes generaciones dentro de una misma empresa resulta un inconveniente, al toparnos con estilos de vida y hábitos laborales casi contrarios entre sí, o por el contrario, resulta una increíble oportunidad para unir estas diferencias y crear estilos de trabajo más completos.

Si lo traslado a mi vida personal, mi mente piensa directamente en mi padre. Mi padre nació a mediados de los años 60 en una humilde familia de carpinteros. De joven le encantaba estudiar y descubrir cosas nuevas y su sueño era convertirse algún día en un gran astrónomo y entendido de los principios del universo. También amaba la música por encima de todas las cosas, pero jamás pudo comprarse una guitarra. A los 14 años, tuvo que abandonar los estudios para continuar con el negocio familiar y ayudar a su padre a llevar el taller de muebles de cocina que tenían. A los 25 años, su padre se retiró y él heredó el cargo de jefe del negocio. Y desde entonces, no se ha dedicado a otra cosa que a trabajar cada día. Me llama la atención que él concibe el trabajo como una filosofía de vida sustentada en tres pilares fundamentales: trabajar siempre duro, hacer dinero ahorrando lo máximo posible y ser cauteloso siempre, nunca arriesgar.

No le entran en la cabeza otros conceptos como el crecimiento personal, la satisfacción laboral o la innovación y la ruptura de lo establecido como convencional. Es por ello que chocamos tantísimo a la hora de hablar del trabajo. Él no entiende porqué dejé la pequeña Oficina de Turismo de mi pueblo de la que era encargada, que me daba estabilidad económica y que estaba al lado de mi casa, a 5 minutos andando. Cuando le dije que me iba a Madrid porque quería seguir creciendo en mi carrera y realizarme profesionalmente como organizadora de eventos se quedó desubicado. “Nunca encontrarás nada más cómodo y económicamente satisfactorio en la vida hija”, a lo que yo le respondía: “Papá, es que mi prioridad no es la comodidad y el dinero, yo quiero crecer, quiero ver mundo, quiero llegar muy alto”. Su cara reflejaba el más puro desconcierto. “Madre mía, estas nuevas generaciones, cuántos pajaritos tenéis en la cabeza. Así nunca vais a poder tener dinero y mira que encima os encanta vivir a lo grande”. Cuando finalmente me fui a Madrid, incluso pensaba que estaba haciendo algo malo. Pero está claro que somos hijos de la época en la que nos ha tocado vivir y la forma en la que concebimos un mismo concepto depende muchísimo de ello.

Tres años después, me encuentro trabajando en nuestro Centro de Negocios y puedo afirmar, que la lucha constante por conseguir mi crecimiento profesional y personal ha merecido la pena con creces. Y mi padre lo sabe.

Bueno, pues esta misma historia que os acabo de contar a vosotros, lo comenté el otro día con mis compis del Workspace. La conversación acabó derivando en los diferentes nombres que se han creado como etiquetas de la generación a la que perteneces y que tiene unas características muy definidas que condicionan nuestros comportamientos.

Dilema existencial de pertenencia generacional.

Yo siempre me he considerado una millenial de manual. Nací a principios de los años 90, me crié viendo dibujos súper ochenteros del nivel de Pokemon, La Pajarería de Transilvania, Doraemon o Las Tres Mellizas. El primer utensilio tecnológico que utilicé fue el reproductor de cintas de video y el radiocasete. Pasaba horas y horas jugando con mi Game Boy Color (la mítica amarilla) o le quitaba el móvil a mi padre (un Motorola de tapa plateado, modernísimo en ese momento) para jugar a leyendas del juego como el tetris o el snake. El primer móvil que tuve fue con 13 años y recuerdo que era amarillo con antena extensible (y me lo regalaron mis padres para tenerme localizable porque ya empezaba a salir sola con mis amigas). El primer regalo que me hizo el “Ratoncito Pérez” fue una diadema para el pelo que tenía estampado un dibujo de Coco, personaje de mi admirado programa de televisión Barrio Sésamo. Tengo muy presente el recuerdo de grandes acontecimientos históricos que se sucedieron en nuestro país y otras partes del mundo. Jugaba en el patio del colegio a la rayuela, a rodar la peonza y me colgaba de los postes de las porterías y de las ramas de las higueras. Recuerdo las pesetas, no las llegué a dominar pero sé que una bolsita de patatas en el kiosko del pueblo costaba 25 pesetas (o 5 duros). Esa moneda que tenía un agujerito en el centro y que también utilizaba anudándola a la cuerda de la peonza. Ya de más mayor, escuchaba a cantantes como David Bisbal, Las Ketchup o María Isabel (sí, me encantaba María Isabel y su “Antes muerta que sencilla”) y forraba mis carpetas con fotos de las revistas pre-adolescentes que compraba cada semana. Pasé por esa incierta época en la que para mí, ha sido la etapa en la que peor se ha vestido en la historia de este mundo. Pantalones de tiro súper bajo y campana XXL, tops ombligueros (normalmente con la marca de la prenda escrita bien grande), mitones de rejilla de colorines fosforitos, y botas de pelo sintético que el día que llovía parecían dos perros mojados… menudo cuadro de Velázquez. Aprendí de la tecnología a medida que iban naciendo nuevos inventos como las pantallas táctiles, el Bluetooth, el WiFi, el Messenger, las Redes Sociales, el WhatsApp, etc. Viví disfrutando del ese ya casi utópico “Estado de Bienestar”, y también la llegada de la explosión de la burbuja inmobiliaria que sumió a nuestro país en la horrible Crisis del 2008. Salí al mercado laboral justo en el peor momento, pagando las consecuencias de esta fuerte recesión, en el momento de los eres, en el momento del cierre de miles de empresas, en ese momento en el que no había trabajo para nadie. Me describo como impaciente, como quiero lo que quiero y lo quiero ya, me aburro de todo muy rápido, tengo ganas de romper esquemas y cambiar obsoletas situaciones, de hacer cosas grandes, de descubrir, de conocer y crecer. Se nos tacha de egoístas pero yo no creo que lo seamos, sólo pensamos que nos lo hemos currado mucho para conseguir superar todos los retos académicos y profesionales que se nos impusieron y queremos nuestra recompensa. Recompensa que no vemos llegar. De ahí que estemos tan frustrados en la vida.

En fin. ¿Millenial o no millenial? Millenial.

Pues el otro día hablando, me dijeron que no, que yo no era Millenial, que yo era Centennial. Mi cara fue un poema. ¿Otro término generacional más?

Resulta que los Centennials son esa generación de jóvenes que nacieron alrededor del año 2000, que han crecido rodeados de tecnología, amantes de la música y adictos a publicar sus vidas a través de las Redes Sociales (Instagram como la reina de las redes). Utilizan expresiones como “postureo”, “meme”, “crush”, “friendzone”, “random” y el mítico “¿en plan?” para transmitir que algo te parece sumamente extraño o sorprendente. Y es que… es cierto, también comparto esto con esta generación. Así que bueno, ahora tengo dudas existenciales sobre mi identidad generacional.

Ese mismo día, estaba en la cocina de nuestra planta de oficinas cuando entraron a comer dos de nuestros clientes (muy queridos por nosotros): Luis, de unos 60 años y David de unos 23. Como muchísimas otras veces, comenzaron a hablar sobre su trabajo y, como muchísimas otras veces, terminaron hablando de la situación política y de las redes sociales. Como me gusta muy poco hablar (nótese la ironía), me metí en la conversación y, entre risas, acabamos hablando de lo bien que se vive en un pueblo perdido en el monte y de las ganas que teníamos de irnos un día de vermú, sentados en una terraza disfrutando del Sol. Cuando se fueron, me quedé pensativa. Me llamó la atención que siendo que nos diferencian tantos años de edad, tengamos conversaciones tan agradables, aprendiendo los unos de los otros y encima pasando un buen rato.

Luego me pregunté… Ambos llevaban el mismo tiempo trabajando en esa empresa, ¿por qué su jefe decidió contratar a dos personas tan absolutamente diferentes y pertenecientes a tan separadas generaciones? Y pensé… Si yo fuera empresaria y tuviera una plantilla que crear, ¿tendría en cuenta la integración de personas de diferentes generaciones? Porque si lo pensamos, cada generación es hija de su época, por lo que, y en consecuencia de sus vivencias, tienen unos valores, una forma de trabajar y unas ambiciones completamente diferentes. Ojo, no digo que porque hayas nacido en ese año y pertenezcas a esa generación, seáis todos “sota, caballo y rey”. Para nada. También hay que tener en cuenta la personalidad de cada persona, que es independiente de la época en la que le haya tocado a uno venir al mundo.

¿Obstáculo o sinergia?

Pues lejos de parecerme algo descabellado, me pareció una grandísima sinergia dentro de una empresa. Si el empleador analiza a sus empleados y tiene en cuenta sus perspectivas, su forma de trabajo y sus ambiciones, puede crear una atmósfera laboral dirigida a satisfacer a toda su plantilla. Por ejemplo, a las personas más veteranas no les importa trabajar en ambientes más cerrados o sobrios. Sin embargo, a los más jóvenes les gustan más los lugares abiertos, originales, que potencien la creatividad y las relaciones sociales. Los más mayores muestran un sentimiento muy fuerte de lealtad hacia la empresa a la que pertenecen y los más novatos son más difíciles de retener ya que son más ambiciosos y por ello, menos leales. Por otro lado, a la generación más antigua no le importa sacrificar parte de su tiempo personal si con ello mejorarán los resultados de la empresa. Sin embargo, para la generación más joven, la vida personal y social es intocable. El empleador tiene que saber captar esto en su negocio para poder darle a cada persona lo que está buscando y crear con ello un equilibrio generacional.

Desde ese momento, cada día que acudo a mi trabajo en Inspira Atocha Centro de Negocios, me reafirmo en esta idea. A diario acuden personas de negocios de todo el rango de edades que os podáis imaginar. Cuando tengo oportunidad de hablar con alguna de estas interesantes personas, me encanta que me expliquen cosas que desconocía hasta ese momento, acerca de sus trabajos y de sus vidas. Y viceversa. Ellos también nos preguntan por cuestiones que se escapan de su entendimiento y que dominamos más la gente más joven, como el uso de la tecnología, por ejemplo. Realmente enriquecedor.

Por otro lado, cuando un grupo reserva alguna de las salas de nuestro workspace para la realización de una reunión, me ocurre lo mismo. Me fijo en cada uno de los asistentes a esa reunión y, creedme, la disparidad de edades es brutal. Sin embargo, se les escucha hablar en perfecta sintonía, cada uno aportando su mejor opinión, lo que les permite finalizar la reunión con una visión muchísimo más completa del asunto gracias al aporte de conocimientos desde la diferente perspectiva de cada uno de los reunidos.

Recuerdo que cuando le hablaba a mi madre de lo que estaba estudiando en el Máster, me decía: “Madre mía hija, en la vida podría yo aprender todo eso, sería incapaz de interiorizarlo”. Y yo la miraba y le decía: Yo sabré de Organización y Marketing, pero aún sigo sin entender cómo eres capaz de hacer la declaración de la renta, y eso que me lo has explicado 80 veces”. Esta metáfora es a lo que me refiero con el intercambio de conocimientos. La generación más joven puede tener una carrera académica brillante en la que ha podido adquirir los conocimientos más valiosos y actuales. Sin embargo, el veterano que lleva más de veinte años trabajando en el sector tiene una experiencia que le ha enseñado más que cualquier postgrado o estudio superior.

Para terminar, os dejo un vídeo, creado por una de las empresas de servicios de recursos humanos más grandes del mundo; Randstad Argentina, que resulta muy interesante ya que aborda este mismo dilema: cómo integrar a las diferentes generaciones dentro del núcleo empresarial de forma que suponga una oportunidad para el crecimiento personal y laboral, consiguiendo absorber los valores de cada persona y creando una forma de trabajo muchísimo más sabia y completa:

Así que bueno, finalizo afirmando que, tras darle todas estas vueltas al asunto, creo que puede ser sumamente enriquecedor para un negocio el dedicar parte del tiempo a reforzar esta integración entre las diferentes generaciones que componen tu plantilla de trabajadores, aprovechando todos los puntos fuertes que tienen podrás conseguir un equipo completo, capaz de llegar muy alto gracias al apoyo entre ellos y el aprendizaje constante que supone el estar día a día al lado de personas que han vivido mucho (los más veteranos y por ello sabios) o que tienen los conocimientos más actuales sobre las materias a desempeñar (los jóvenes que comienzan a dar sus primeros pasos en el mundo laboral). Yo seguiré tratando de encontrar mi sitio en la escaleta generacional.


¿Cómo salir victorioso de tu reunión eliminando el pánico a hablar en público?

¿Quién nunca se ha puesto nervioso ante el conocimiento de que debe realizar una presentación oral?

Ya sea un trabajo de clase, una conferencia empresarial o unas breves pero emotivas palabras en la boda de un amigo. Todos conocemos esos nervios que hacen que nos tiemble el pulso, se nos nuble un poco la visión y aumente la temperatura de nuestro cuerpo varios grados aunque nuestras manos permanezcan heladas. El corazón se nos pone a mil y la respiración se agita. En resumen, no es un momento agradable, eso es así.

Sin embargo, hemos de ser conscientes de que estas situaciones aparecerán en un momento u otro a lo largo de nuestra vida. Somos seres que vivimos en sociedad y, ya sea por un tema laboral o social, en algún momento deberemos exponernos ante los demás.

Es por ello que cuanto antes aprendamos a normalizar estas situaciones, menos malos ratos nos daremos. El objetivo de este post será dar una serie de consejos y técnicas que os ayuden a reducir el malestar que conlleva la exposición ante el público.

Desde que formo parte del equipo Inspira Workspaces, hemos organizado cientos de ponencias en cada una de nuestras salas de reuniones en las cuales he conocido a personas que me han dejado impactada por su facilidad de oratoria y dotes de comunicación, que han llevado a cabo exposiciones increíbles que han finalizado con un fuertísimo aplauso de admiración. Sin embargo, recuerdo un caso particular en el que me quedé completamente anonadada. Ese día, se realizó en nuestro Workspace una ponencia acerca de cómo atraer y retener talento en las empresas. Recuerdo perfectamente al ponente encargado de llevar a cabo la exposición. Hablaba con una voz potente, rotunda, se le veía muy seguro de lo que estaba explicando y se movía con soltura y aparente relajación. A mí, personalmente, me llamó la atención enormemente, ya que consiguió atraparme con su discurso de principio a fin. Cuando la reunión finalizó, yo me dirigí a la sala con la intención de comprobar que todo estaba correcto y fue cuando lo encontré recogiendo su maletín. No pude evitar felicitarle y recuerdo decirle que admiraba la forma de transmitir su mensaje delante de tantísimas personas ya que, como os digo, es algo que siempre me ha costado sobremanera. Pues, para mi sorpresa, este hombre me contestó que durante su ponencia, había pasado unos nervios horribles, y el que más sorprendido quedó con el aplauso que le dedicaron al final fue él. Me quedé sin habla. Pero fue una forma de demostrarme a mí misma que todo, absolutamente todo se puede conseguir si trabajas una actitud fuerte y decidida en lograr lo que te propongas.

Creo que soy una persona muy indicada para escribir este post, ya que no sabéis lo histérica que me ponía hace unos años ante la simple idea de tener que exponerme ante cualquier público. Recuerdo de pequeña en el colegio, que cada año se organizaban concursos de dibujo y redacción. A mí me apasionaban, sin embargo me aterraba poder ganar alguno de ellos porque eso implicaría que el día de la fiesta del colegio tendría que salir al escenario a recoger mi premio. Ya de más mayor, practicaba patinaje artístico. Me encantaba ir cada día a bailar sobre mis patines, con mi traje de patinadora y mis ruedines rosas. Sin embargo, nunca me presentaba a los concursos individuales porque me entraba un pánico irrefrenable ante la mera idea de debutar delante de cientos de personas y encima siendo juzgada por un jurado con cara de pocos amigos. Pero, lo más duro llegó cuando comencé mi carrera universitaria. Todas mis asignaturas llevaban aparejadas un examen y un trabajo final, el cual debías exponer ante el resto de tus compañeros… En cuanto lo supe, traté de hablar con cada uno de mis profesores para intentar cambiar esa exposición por cualquier otra prueba que no conllevara hablar en público, aunque fuera mucho más dura. Sin embargo, todos ellos declinaron mi propuesta.

Fue en ese momento en el que me planté delante del espejo, me miré y me dije,… “Esto es lo que hay, si quieres sacar tus estudios adelante, tienes que asumir que tienes que pasar por estas situaciones y que además debes conseguir hacerlo bien y sacar la máxima nota que puedas”. No sabéis lo que me costó afrontarlo. Recuerdo que tenía a mis padres aburridos con mis ensayos de presentaciones. Se las repetía durante horas y horas hasta que me aseguraba de saber mi discurso a la perfección y de tener controlado el temblor de mi voz y de mi pulso. No sabéis la cantidad de exámenes orales de inglés que suspendí porque los nervios me dejaban la mente en blanco y era incapaz de pronunciar una sola palabra.

Como veis, lo mío era fuerte. Pero como os digo, me di cuenta de que esto debía cambiar, por mí, por mi bien, por mi salud mental y por mi carrera profesional. ¿Qué fue lo que hice?

Consejo #1: Asúmelo. Cuánto antes lo hagas mejor.

Lo primero es asumir que debes enfrentarte a estas situaciones. Si no vienen desde el ámbito académico, llegarán más tarde en el ámbito profesional en una reunión de trabajo con tu equipo o quizá te toque presentar un producto en una sala llena de posibles clientes, por lo tanto, tenemos que ponernos manos a la obra desde ya. Con decisión y fuerza, todo se puede conseguir, pero hay que tenerlo muy claro y no dejarse amedrentar.

Consejo #2: Entiende a tu cuerpo.

Debemos entender las reacciones de nuestro cuerpo desde la perspectiva de la psicología. ¿Qué sientes cuando te dicen que debes exponer un discurso delante de muchísima gente? Miedo. ¿Y qué sucede cuando nuestra mente percibe ese miedo? Que envía estímulos nerviosos a todo nuestro cuerpo en señal de alerta, para que esté preparado por si algún peligro nos acecha. Es por ello que nuestro corazón late a una velocidad mayor, respiramos más seguido debido a que nuestros pulmones han sido ordenados a suministrar una mayor cantidad de oxígeno, nuestro sistema fisiológico se tensa para reaccionar ante cualquier movimiento, lo que conlleva a un aumento de nuestra temperatura y a una mayor sudoración. Debemos entender que esto es una respuesta sabia de nuestro cerebro siguiendo su instinto más animal, y no tomarlo como algo incontrolable que nos lleve a incluso aumentar nuestro nerviosismo. Esta reacción es completamente normal, tómala como algo natural y trata de llevarlo lo mejor posible.

Me parece interesante dejaros en este apartado este vídeo, creado por el Centro de Terapia Focalizada,  que explica muy bien todas estas reacciones que sufrimos al experimentar un ataque de pánico y cuáles son las causas que las motivan. De este modo, me gustaría que entendierais que todas estas reacciones son absolutamente normales y que no debéis asustaros más aún (si cabe):

Consejo #3: Copia.

Seguro que tienes en la mente a alguna persona que piensas, qué bien habla, con qué naturalidad y qué gran capacidad tiene para transmitir su mensaje. Pues cópiale. No hay nada de malo en ello, no se trata de estar usurpando identidades, sino de hacerse con las técnicas de las personas que admiramos y llevarlas a nuestra forma de comunicarnos. En mi caso, me inspiré muchísimo en un personaje de una serie a la que estaba enganchada. Era una mujer segura, fuerte y decidida. Traté de imitar su forma de actuar y realmente me ayudó muchísimo. Como veis, no hace falta que sea una persona real, simplemente alguien que te sea inspirador.

Consejo #4: Confía en ti.

Cree un poquito más en ti. Si llenas tu mente de pensamientos negativos acerca de ti mismo, tu autoestima se verá afectada negativamente. Pensamientos como… “Es que no puedo”, “Es que es algo que me supera”, “¿A quién pretendo engañar?”, “Nunca podré llegar al nivel de mis compañeros” o “Yo no valgo para esto”. Cada vez que alguna de estas ideas se asomen por tu cabeza, ¡STOP! No dejes que crezcan y realmente acabes creyéndotelas. Debes mantenerte fuerte y motivado. ¿Para qué ponerte trabas a ti mismo? Debes ser cuidadoso y calmado contigo mismo. Imagínate que estás tratando de tranquilizar a un amigo. Pues esas palabras que le aconsejarías, dítelas a ti mismo. Verás cómo conseguirás calmarte.

Consejo #5: El discurso.

Ante estas situaciones de puro nervio, se nos olvida que lo más importante y por lo que estamos ahí es porque debemos dar un discurso. Céntrate en crear un texto con un contenido de calidad, que cree interés y expectación. Para ello es fundamental que domines la temática del discurso. Si posees conocimientos y fundamentos de lo que estás exponiendo, irás muchísimo más seguro y además transmitirás sabiduría y confianza a tu público. Como me aconsejaron una vez que tuve que exponer un trabajo en clase: “Recuerda que la que más sabe del tema eres tú”. Y en realidad, así es. Tú has creado ese discurso, tú has estudiado y trabajado sobre ese tema en concreto, tú has absorbido la información y conocimientos del asunto. Nadie más en la sala domina el tema tanto como tú. ¡Así que tranquilo! Piensa que el experto aquí eres tú.

Consejo #6: El Público.

Un factor muy importante a la hora de dirigirse al público es conocer sus características. Esto te permitirá adaptar tu discurso para que resulte más apropiado y atractivo y atrape más su interés. Por ejemplo, recuerdo cuando tuve que exponer en menos de diez minutos mi Trabajo de Fin de Carrera en la gala de mi graduación. Como os imaginaréis, el auditorio estaba repleto de compañeros de clases y asignaturas, pero también acudieron sus familiares; desde padres y madres hasta niños y abuelos. Mi trabajo consistía en explicar el análisis financiero-contable de una cadena de hoteles internacional. Yo pensaba… mis compañeros de la facultad de economía imagino que podrán entender la información que transmito pero… ¿y el resto?

Ya me estaba imaginando los comentarios de padres y abuelos, pensando en cualquier otra cosa, y sin prestarme la mínima atención ya que… ¿de qué está hablando esta chica? No entiendo absolutamente nada…

Por ello, dediqué un esfuerzo en adaptar mi discurso lo máximo posible al entendimiento de todos los públicos. A veces, es inevitable abordar un tema que conlleva terminología que no todo el mundo conoce, pero se puede explicar brevemente para que al menos, las personas que no hayan escuchado ese término en la vida, tengan un básico concepto del mismo tras tu presentación.

Cuando terminé, recuerdo sentirme pletórica y satisfecha porque había conseguido la atención de todo el público y un aplauso final que me puso la piel de gallina.

Consejo #7: Engancha.

Una vez leí que el cerebro humano recuerda mucho mejor el inicio y el final de un discurso y en menor medida el contenido del mismo. Esto se debe a que nuestros niveles de concentración están más alerta al comienzo de la acción, perdiendo intensidad con el paso del tiempo. Por ello, te recomiendo que dediques un esfuerzo mayor en elaborar una introducción con gancho, que atrape el interés y en finalizar con una conclusión impactante, ya que será con lo que se quede tu público. Por ejemplo, suele dar buen resultado finalizar con una pregunta abierta dirigida directamente a tus oyentes.

Bueno, seguro que si sois de esos que se ponen extremadamente nerviosos ante estas situaciones, habréis buscado consejos que os ayuden a llevar este momento lo mejor posible (me incluyo en ese grupo de nerviosos en apuros). Por ello, espero que mis estrategias y experiencia os puedan ayudar tanto como me ayudaron a mí. ¡Ánimo! ¡Si yo pude con ello, vosotros lo lograréis con creces!


¿Qué tipo de negocio define cada zona de Madrid? Aquí está el Workspaces Madrid Tour

Este post va dirigido a piropear cada una de las zonas de mi amada Madrid. En él, os contaré todo lo que he ido y sigo descubriendo de esta adictiva ciudad desde la experiencia de alguien que vino con un montón de sueños y un lienzo en blanco en el que dibujar experiencias. Abordaré cada uno de los barrios madrileños más famosos desde el punto de vista del tipo de negocios que definen cada una de estas zonas.

Mención obligatoria: los grandiosos Paseos que unen Madrid de norte a sur.

El Paseo de las Delicias, el Paseo del Prado, el Paseo de Recoletos y el Paseo de la Castellana. Comencemos por el sur, con el Paseo de las Delicias, dónde nuestro workspace se encuentra ubicado. Este paseo está claramente influenciado por el incesante transcurrir de viajeros que llegan a diario a la grandiosa Estación de AVE de Atocha. Un amplio intervalo de restaurantes puebla sus calles, desde los más tradicionales mesones asturianos hasta las más económicas franquicias de comida rápida. ¿Por qué decidimos ubicar nuestro centro de negocios en mitad de este paseo? Pues precisamente debido a la inmensa cantidad de personas que viajan por motivos de negocios a esta gran ciudad. La comodidad y el tiempo bien aprovechado son dos aspectos muy cotizados hoy en día, y de eso tratamos de ocuparnos desde Inspira Atocha. Situados a menos de cinco minutos andando de esta famosa estación, ofrecemos a estas ocupadísimas personas todo lo que necesiten para realizar sus trabajos; desde pequeños despachos para cerrar acuerdos o citarse con sus clientes, hasta grandes salas modulares para importantes reuniones, con o sin sillas, con o sin mesas, pantallas, proyectores, altavoces, servicio de catering, tanto en desayunos como en comidas, desde productos más tradiciones hasta menús más rompedores, servicio de secretariado personalizado, hasta un espacio de coworking para relajarte o para reuniones más informales. Tú pide, y desde recepción, mis compis y yo trataremos de que no tengas que preocuparte de absolutamente nada más que de cerrar tu reunión de la forma más satisfactoriamente posible.

Pero demos un pequeño salto de distritos. Me gustaría continuar con este tour hablando del primer punto con el que tuve contacto nada más pisar Madrid y que, por ello, lo tengo tan calado en mi corazón:

Todo comenzó en Chamberí.

Cuando decidí venir a Madrid y comenzar a andar sola sin caminar sujeta de la mano de nadie, no tenía ni repajolera idea de dónde buscar un techo en el que vivir. Me recomendaban zonas, barrios, me hablaban de líneas de metro, de escuelas y de parques. Y yo no tenía ni idea de qué era lo mejor para mí. Así que, fui práctica. Llamé a una antigua compañera de clase que sabía que llevaba cinco años estudiando medicina en Madrid y le pedí consejo. A lo que ella me contestó: Irene, he vivido en muchas zonas durante todo este tiempo. Pero para ti y para mí, que venimos de pueblos donde todos nos conocemos y nos saludamos por la calle, Chamberí es nuestro barrio.

Así que no lo pensé más. A las dos semanas, ya estaba decorando mi humilde estudio en la Calle de Galileo, pura esencia del barrio más castizo de Madrid. En el inicio de mi experiencia, no conocía a absolutamente nadie en la ciudad. Mi máster se impartía de lunes a miércoles en horario de mañana, así que imaginaros el tiempo libre que tenía. Tiempo que compartía conmigo misma, dadas las circunstancias. Así que me dediqué a explorar.

Al principio comencé por el barrio.

Chamberí se caracteriza por ser uno de los distritos más tradicionales y castizos de Madrid. Lo que más destaca de él es su innumerable cantidad de locales, bares y restaurantes. Desde pequeñas tascas de azulejos azules y blancos, de paredes decoradas con decenas de imágenes de corridas de toros y chulapos bailando en la Plaza Mayor, a bares reformados y con cierto aire bohemio especializados en licores artesanales de cualquier punto del mundo. ¿Cerveza? Mahou, por supuesto, ¿y el vermú? De grifo. ¡Ah! Y siempre acompañado de una generosa tapa (la paella y la ensalada de patata encabezando el top ten de mejores picoteos). Una maravilla.

Yo vivía muy cerca de la estación de metro de Argüelles, bajando por la paralela calle de Gaztambide. El cambio, en mi opinión, es brutal. La calle de la Princesa, que conecta directamente la Gran Vía de Madrid a la estación de metro de Moncloa, se caracteriza por el comercio de moda. Desde tiendas de ropa más conocidas como Zara o Bershka, hasta pequeños comercios de herencia centenaria de lencería fina. Destaca el grandioso Corte Inglés que se eleva en la calle arterial de Alberto Aguilera, siempre hasta los topes de personas con ansia de encontrar las mejores ofertas de cualquier sector comercial.

Sin embargo, si nos acercamos más hacia la zona de Moncloa, área universitaria madrileña por excelencia, el ambiente cambia radicalmente. Cómo se nota que los estudiantes estábamos muy flojos de dinero. En este barrio puedes encontrar todas las franquicias de comida que te puedas imaginar. Te hablo de este tipo de franquicias que te ofrecen: Bocata de Lomo y Bacon + Ración de nachos con queso y guacamole + Bebida XXL por 5 euros en total. Crema para los que sólo gastan y no ingresan, definición aproximada de un estudiante universitario. Creo que me he podido sentar en un sitio de esos como tres veces en mi vida dada la altísima demanda que tienen. Ni una mesa vacía. Nunca. ¿Por qué será?

Y sin salir del distrito de Chamberí, pasamos a todo lo contrario: oficialmente el barrio de moda para los treintañeros con los bolsillos más pudientes, Ponzano. Son cientos los bares y restaurantes que encontrarás en este barrio, todos divinamente decorados e increíblemente originales que no te harán olvidar tu paso por ellos. Muchos de ellos se convierten en discotecas a partir de una cierta hora (de lunes a domingo, una locura), cambiando las ensaladas y raciones de calamares por copas de ginebra y mohitos de mil sabores. La verdad que los precios son bastante elevados, pero merece la pena no pensar de vez en cuando y darte un buen capricho gastronómico agarrado del brazo de tus amigos.

De hecho, os voy a dejar un vídeo muy cortito, publicado por la Inmobiliaria Lucas Fox, que muestra a la perfección cómo es la vida en el Distrito de Chamberí que me ha producido una nostalgia inmensa:

https://www.youtube.com/watch?v=HfO5vA0Ydw8

Pero continuemos con el tour. La divertida bohemia madrileña.

Malasaña. Son innumerables los recuerdos que tengo de este increíble barrio. Estaba muy cerca de mi casa, sólo tenía que bajar por la Calle de Galileo y girar hacia la izquierda por la gran Alberto Aguilera, repleta de tiendas de perfumes, moda, hogar, muebles, joyerías, etc.  y continuar hasta la parada de metro de San Bernardo. Me llamaba mucho la atención la cantidad de oficinas bancarias que encontraba en esta zona. Bancos y concesionarios. Incontables. Bajando por la calle de San Bernardo, giraba a la izquierda en la mítica Calle de la Palma. ¡Y boom!, aparecías en otro universo.

Dejabas las fachadas renacentistas con ventanales señoriales y ornamentados portales, para adentrarte en el paraíso de la bohemia, estrechas calles cuyas paredes se encuentran llenas de grafitis (más tarde me enteré de que una vez al año se celebra el “Pinta Malasaña”, una fiesta dedicada a pintar todas las paredes del barrio) donde todavía se puede respirar la rebelde atmósfera de la Movida Madrileña que quedó impregnada en cada rincón, ladrillo y baldosa desde los años 80.

Lo que más me llama la atención de este lugar es la grandísima cantidad de tiendas de ropa de segunda mano que pueblan sus calles (bueno, “ropa vintage”, como lo llaman ahora).  De hecho, una vez entré en un local donde vendían ropa a peso. Creo que ese día me compré tres camisas, un abrigo y un vaquero por menos de 15 euros (que no me lea mi madre, poco o nada amiga de este tipo de artículos). También puedes encontrar cientos de tiendas de artesanía de todo tipo; muebles, pinturas, decoración, pero también complementos como colgantes, pulseras, anillos y pendientes (admito que también he ido adquiriendo un largo listado de estos elementos). De todo. Destacar también su extensa cantidad de bares y locales alternativos que elevan su atmósfera a la más alta esencia underground. Por experiencia diré que los precios de las consumiciones se están viniendo muy arriba, supongo que por eso de que cuando algo está de moda, los dueños de los negocios se frotan las manos, pero es que realmente merece la pena visitar estos garitos, auténticos museos de la música que marcó la generación de la Movida Madrileña. Admito que he pasado horas y horas de mi vida recorriendo este barrio, admirando sus coloridas calles, perdiéndome en la inmensidad de librerías de libros, unos nuevos y otros usados a precios de risa, dejándome llevar por los pasillos de las tiendas de música con altísimas estanterías repletas de obras maestras que jamás esperé encontrar, conociendo a personas cuyos relatos de sus vidas me han dejado con el corazón en un puño en más de una ocasión. Recuerdo una noche de verano que salí con una amiga a tomar algo por la Plaza de la Dos de Mayo. Ese día conocimos a un grupo de chicos argentinos que llevaban una guitarra y una caja de percusión. Resulta que tenían un grupo de música juntos (Los Telepáticos se bautizaron) y estaban tratando de que alguno de los bares del barrio les dejara tocar en directo para poder darse a conocer… Los pobres no tuvieron mucha suerte pero recuerdo que nos pusimos a cantar con ellos mientras tocaban sus instrumentos. Nos divertimos muchísimo. Bueno, pues como dos años más tarde, paseándome por el curioso mundo de las redes sociales, apareció un cartel de un festival de fama internacional al que quería ir como cada año. No os podéis imaginar mi cara cuando vi que uno de los principales teloneros eran ellos. Increíble. Esta es la esencia a la que me refiero al hablar de mi querida Malasaña, nunca sabes qué o a quién te podrás encontrar ni cómo acabará tu noche. Otro día, salí con mi prima a bailar a una discoteca de música de los años ochenta situado muy cerquita del metro de Bilbao. En un momento de la noche, fuimos al baño  y nos topamos con que todos estaban ocupados. Típico. Mientras esperábamos, no sin cierta desesperación, se abrió una de las puertas y de ese baño salió la famosa cantante conocida por ganar la primera edición del concurso de Operación Triunfo: Rosa de España. Nos miramos como… esto es mentira. Pero, no, y allí en los baños cutres de aquel antro del rock estuvimos hablando con ella y sacándonos fotos juntas. Pero bueno, pasemos a otra zona madrileña, porque si me pongo a narrar todas mis experiencias en este barrio, acabamos pasado mañana.

En el metro de Tribunal, punto de encuentro de amigos, compañeros de trabajo y de nerviosas primeras citas, comienza la calle de Fuencarral. El negocio predominante de esta larga calle está bastante claro y definido: compras, compras y más compras. Conocidísimas firmas de marcas de ropa, zapaterías, cosmética, de un rango de precios bastante amplio, desde las típicas franquicias que todos conocemos hasta marcas poco sonadas y no para todos los bolsillos.

Esta calle separa los barrios de Malasaña y de Chueca. Chueca es bastante parecida a Malasaña en cuanto a comercios, pero el ambiente es completamente distinto. Aquí las tiendas “Vintage” son realmente tiendas “Vintage”, con ropas de alta costura a precios muy elevados. Si quieres encontrar una prenda única que no se la verás puesta a nadie más por la calle, tu destino es Chueca.

Si recorres la Calle de Fuencarral hasta el final, y encima lo has conseguido sin caer en la caprichosa tentación de adquirir algún enser, malas noticias, porque aquí está la grandiosa Gran Vía de Madrid. Sede del consumismo más capitalista, una amplia calle en la que cada portal corresponde a una tienda diferente. Fuencarral se diferencia de La Gran Vía principalmente en la rica oferta de locales dedicados a la hostelería y al turismo de ésta última. Paseando por ella, encontrarás desde hoteles de cinco estrellas hasta pequeños hostales, para los más humildes itinerantes. También destaca la grandísima oferta gastronómica que alberga, pero en este caso, no hablamos de castizos y pequeños bares tradicionales, como en mi amada Chamberí. No. En este caso hablamos de los grandes gigantes de fama mundial, como McDonnals, Burguer King, y otras franquicias similares con ofertas de combos de comida rápida a precios muy económicos. Por último, los teatros. La Gran Vía está repleta de enormes cines y grandiosos teatros bastante conocidos en los que todos los días del año se celebra algún acontecimiento o se lleva a cabo alguna actuación. Una pasada.

El Centro. Corazón de la ciudad.

Desde la parada de metro de Callao hasta la Plaza del Sol, más de lo mismo. Epicentro de las compras y del turismo madrileño, no hay subvenir ni recuerdo de tu paso por Madrid que no encuentres en Calle Preciados, en Calle de la Montera o en Calle del Carmen (no olvides adquirir tu boleto de lotería en Doña Manolita, y mejor si es antes del mes de octubre si no quieres hacer cuatro horas de cola como yo). Si seguimos caminando, llegamos a la famosa Plaza Mayor y a la Calle de la Cava de San Miguel, conocida por sus mesones de todo tipo y con especialidades típicas de diversas zonas de nuestro país. Mesón Extremeño, Mesón de la Tortilla de Patata, Mesón Asturiano, Mesón del Champiñón,… mesones y más mesones. Si tienes visita y no sabes dónde ir a comer, te recomiendo esta calle al 100% (por experiencia, a todas mis visitas les ha enamorado). Digamos que es un comienzo de lo que nos espera al llegar a La Latina, negocios y más negocios dedicados a la gastronomía y al ocio dirigido a grupos de amigos con mucha sed y muchas ganas de desconexión y jarana.

La vena artística y más alegre. El sur.

Cuando mi economía maltrecha me sugirió que quizás sería una buena idea el plantearme buscar piso en otra zona más económica y ya de paso compartir gastos con compañer@s de piso, muy a mi pesar, hice la maleta y me trasladé al barrio de Embajadores, al sur de Madrid. Al principio no me gustaba mucho, me veía muy lejos de las zonas a las que estaba tan acostumbrada a transitar. Sin embargo, me costó muy poco sentirme nuevamente como en casa. Embajadores destaca por la gran cantidad de micro-teatros y teatros de la improvisación que se instalan en sus calles. Se respira un ambiente muy acogedor y bohemio, y las personas son de lo más cercanas y pintorescas (se ven muchísimos actores y actrices a diario). Bueno, pues desde que me mudé a mi nuevo hogar, es ley para mí acudir cada domingo al Rastro. Para quien no lo sepa, el Rastro es un macro mercadillo compuesto por inmensidad de puestos que ofertan absolutamente todo tipo de objetos. Bien es cierto, que la arteria principal y más turística por donde transcurre este mercado, es menos original, ya que consiste en puestos de ropa al uso, complementos, bisutería, decoración, etc. Sin embargo, si te aventuras a callejear por las múltiples ramificaciones de esta gran avenida, puedes alucinar con los comercios de esta zona… Miles de negocios de venta de antigüedades que van desde objetos de decoración del siglo XVIII, muñecos antiguos, vinilos de música, tebeos, vajillas,… hasta pelucas, monedas, tornillos y tuercas. Yo es que he visto ya DE TODO. El resto de los días de la semana, estos anticuarios también abren sus puertas al público, solo que no sacan sus artículos a la calle en sus puestos ambulantes.

Los sábados, toca paseo. Suelo alternar entre el Barrio de Lavapiés y el de Tirso de Molina, muy similares pero completamente diferentes. Lo que más destaca del mestizo Lavapiés es la multiculturalidad. Los negocios por antonomasia son bares y restaurantes de comida de origen asiático. De hecho, cada mes de octubre se celebra el mítico Tapapiés. Como loca amante del vermú torero, este plan me encanta. Cada uno de los bares del barrio elabora una tapa característica y la oferta junto a su correspondiente bebida por tan sólo 2 euros. La mayoría son comercios pakistaníes por lo que el 90% de las tapas consisten en rollitos vietnamitas, verduritas salteadas con vinagreta de soja y carnes muy especiadas. Aunque también puedes encontrar tapas de sabores más mediterráneos como pulpo, tostas de gulas con gambas, huevo frito o incluso pizza. Así que si no te va lo asiático, que no cunda el pánico.

Otros sábados, me decanto por pasear por el barrio de Tirso de Molina. Reconozco que la primera vez que me aventuré por sus estrechas callejuelas sentía que no estaba Madrid. El aire está impregnado de fragancias procedentes de inciensos y especias y casi se puede saborear el aroma de los platos típicos de la cocina senegalesa. El choque cultural es brutal. Queda claro que el negocio de esta zona gira entorno a la venta de artículos procedentes de países africanos, y también me sorprendió toparme con tal cantidad de peluquerías afroamericanas y locales de esteticien dirigidos a la decoración de uñas acrílicas, venta de pelucas para mujeres y tiendas de esoterismo donde encontrar objetos curiosísimos para actos mágicos y cualquier baraja para leer el tarot. Durante el día, la Plaza de Tirso de Molina se convierte en un mercadillo donde hortelanos, fruteros y jardineros ofrecen sus productos a voz en grito a los viandantes que transitan la plaza. Sin embargo, por la noche la cosa se transforma. La zona se llena de bares y discotecas de todos los estilos que te puedas imaginar. Pero, la Reina de la Corona es sin duda alguna, Medias Puri: macro-discoteca clandestina que comenzó siendo una humilde tienda de barrio de lencería femenina y acabó transformándose en un paraíso del surrealismo más divertido y transgresor de la época, donde bailar hasta el amanecer rodeado de actuaciones acrobáticas y espectáculos de lo más desconcertantes. Da igual si te va la fiesta o no, es una parada obligatoria. Después de visitarlo, me entenderás.

Lo más Chic de lo Chic.

Finalmente, nos encontramos con el Paseo de la Castellana, partiendo de la Plaza de Colón, en la señorial y elegante zona de Serrano, perteneciente al más sofisticado barrio de Madrid: Salamanca. ¿Que qué te vas a encontrar por aquí? Pues los comercios más chic de la ciudad, así como restaurantes de morro fino y hoteles para los bolsillos más pudientes. La estética de este primer tramo de la Castellana se caracteriza por fachadas renacentistas y antiguos palacetes. Si continuamos ascendiendo por el paseo, llegamos a la parada de metro de Gregorio Marañón, primera parada antes de llegar al centro financiero y de inversión por definición de Madrid: Nuevos Ministerios. Ya en Gregorio Marañón se puede apreciar cómo en el ambiente se empieza a notar ese cariz del mundo de los negocios. Numerosos hoteles, restaurantes y oficinas pueblan sus calles. Es muy cerca de esta parada de metro donde tenemos ubicada nuestra otra sede: Inspira Abascal, precisamente por todo esto que os comento. En esta zona, la esencia del negocio impregna el aire y se respira a lo largo de todo este emblemático paseo. Y nosotros, desde aquí, absorbemos esa increíble atmósfera de oportunidades, ofreciendo a cada persona trabajadora el espacio que se merece. Del mismo modo que desde Inspira Atocha, te facilitamos tu despacho privado y cualquiera de nuestras especiales salas de reuniones. Las califico de especiales debido a que cada palmo de este grandioso edificio transmite algo mágico, algo que te hace sentir la majestuosidad de tiempos pasados. Además, disponemos de una terraza al aire libre que no os quiero contar lo que se disfruta en esos magníficos días primaverales (veinte puntos más por mi parte, amante del sol y del terraceo). Bien es cierto que no se cierra igual un negocio en un espacio cerrado que en una mesita al sol saboreando un estimulante café. ¿O no?

Las grandiosas torres. Gigantes Financieros.

Continuamos nuestro camino hasta llegar, como os digo, al distrito de Nuevos Ministerios, donde nos topamos de golpe con el complejo Azca, corazón de los negocios de Madrid. Pone los pelos de punta observar sus tres inmensas torres que se elevan hasta el cielo como gigantes empresariales que son: la grandiosa Picasso, sede de empresas de gloria mundial como Google, la elegante Europa y la torre oficial de la empresa de BBVA.

Muy cercano encontramos el intimidante estadio de fútbol de Santiago Bernabéu. Y digo intimidante ya que una vez tuve la oportunidad de entrar y no os miento si os digo que tuve que cerrar los ojos y agarrarme fuertemente a la silla del vértigo que me provocó. Los negocios de los alrededores, como podréis imaginar, consisten en tiendas oficiales del Real Madrid, donde poder encontrar todo el merchandising que puedas imaginar de este equipo de fútbol.

Si continuamos, llegaremos a Plaza Castilla, con las emblemáticas Torres Kio y, cerrando el Paseo de la Castellana, nos encontramos con la “Cuatro Torres Business Area”. Si creías que las tres torres de Azca eran una auténtica locura, espera a ver lo que te espera en este enorme foco empresarial. Aquí se elevan como cuatro cohetes arquitectónicos la Torre de Cristal, la Torre Cepsa, la PwC y por último, la Torre Espacio. A mí el mero hecho de verlas desde abajo ya me produce una ansiedad espantosa (teniendo en cuenta que para mí y mi vértigo desmedido, un tercer piso es la máxima altura a la que estoy dispuesta a asomarme).

Bueno, estoy completamente segura de que me dejo muchísimas cosas que contaros. Pero como veis, es absolutamente increíble lo que Madrid puede ofrecer. Para todos los gustos, personalidades y necesidades, esta ciudad encontrará la manera de sorprenderte y superar todas tus expectativas. Sólo espero haber podido transmitiros una pequeñita parte de la admiración y amor que siento por esta ciudad que te acoge como a uno más y te hace sentir que todo, absolutamente todo, es posible.


¿Sabes cuál es la diferencia entre un Coworking y un Espacio de Negocios?

Coworking, la palabra de moda en el mundo de los negocios.

Ya sea porque tienes curiosidad por el significado de esta palabreja o porque conoces el término y estás buscando tu espacio ideal, la palabra coworking ha alcanzado índices elevadísimos en los motores de búsqueda.

En este post, trataré de definir el significado de esta nueva palabra de moda para, después, establecer las diferencias que existen entre este término y el de «centro de negocios», ya que podemos caer en el error de dar ambos conceptos como sinónimos sin ser eso así.

En primer lugar… ¿qué es el Coworking?

Me imagino que todos sabréis de qué hablamos, pero para los que no, aquí va una definición aproximada del término: un coworking no es más que un espacio equipado con todos los objetos necesarios de una oficina y que es compartido entre diferentes profesionales de diversos sectores de la actividad económica y que trabajan de forma independiente unos de otros. Y pensaréis… pues una oficina de toda la vida, con sus mesas, sus ordenadores, sus teléfonos,… sí. Pero con la diferencia de que en una oficina, todos estos trabajadores forman parte de una misma plantilla y trabajan para una misma causa aunque sea en diferentes ámbitos (marketing, contabilidad, producción, etc). Sin embargo, en un espacio coworking, cada trabajador se dedica a su propio negocio independientemente de estar sentado en la misma mesa que quien sea. Por ello, está siendo la mejor opción y salvación de personas autónomas, freelance, y trabajadores sin oficina física y que no quieren convertir su amado hogar en su estresante oficina.

Os dejo por aquí un breve vídeo que nos muestra de una manera muy visual en qué consiste el Coworking y a qué necesidades da respuesta:

Como millenial empedernida que soy, generación que se caracteriza por cansarse de todo enseguida, me parece una apuesta increíble. Para los que nos encanta ver caras nuevas todos los días, charlar, conocer, aprender, crecer y no aburrirnos nunca jamás, es la opción más atractiva del mundo.

Además, date cuenta de la cantidad de contactos que se pueden hacer a diario. Estás en constante relación con profesionales que se dedican a infinidad de diferentes trabajos; psicología, derecho, informática, marketing, asesoría, etc. Yo desde mi experiencia os confirmo, que si algún día necesito un abogado, sé perfectamente a quién voy a acudir. Tras tres meses en Inspira Atocha CN, he entablado amistad con multitud de personas, desde jóvenes principiantes con miles de ganas, hasta veteranos experimentados y asentados, y me encanta que me hablen de sus trabajos, conocer a sus clientes, su forma de trabajar,… Además de acercarte a gente increíble y aprender de todo un poquito todos los días (algo que me parece sumamente enriquecedor y de lo que me siento muy afortunada de tener), te brinda la oportunidad de establecer lazos profesionales con personas que conoces y de tu confianza, con las que convives diariamente en tu espacio coworking.

“Vale, pero yo soy informático. Me dedico única y exclusivamente a la informática. Fin”. Bueno, ¿y sí en algún momento, por cualquier razón inesperada, recibes una denuncia por quebrantar la ley de protección de datos y necesitas asesoramiento judicial? O simplemente, en tu vida personal necesitas de los servicios de un buen abogado. Pues ahí estará tu ya amigo David, abogado y asesor jurídico de tu confianza, para ayudarte. O imagina que te dedicas a la publicidad en el ámbito digital y resulta que en tu coworking acude cada día un diseñador gráfico increíble que diseña webs a diario y con el que además te llevas genial. A parte de comodísimo, me parece la opción más tranquilizadora y satisfactoria de hacer negocios, básicamente por la confianza que se asienta entre dos amigos. Y, si le damos la vuelta, pasa absolutamente igual. Resulta que mi compañera Cristina, contable y administrativa, está desesperada por redactar un informe analítico de su empresa y obligatoriamente debe redactarlo en español e inglés. ¡Qué casualidad! Tú eres licenciada en traducción, y viviste cinco años en Londres. Aquí huele a negocio.

Vale, me ha quedado claro, pero entonces… ¿en qué se diferencia un Coworking de un Centro de Negocios?

Bueno, pues así va el coworking. Sin embargo, un espacio coworking está relacionado con un centro de negocios, pero no son conceptos idénticos. Me explico destacando un pequeño detalle que me parece sumamente trascendental: la intimidad.

Está genial eso de trabajar rodeado de gente con tareas súper interesantes, enriqueciéndote cada día del conocimiento de tus compañeros y entablando amistades a montones. Sí. Pero… ¿no echas de menos un poquito de espacio personal? No sé, tu propio despacho, tu propia mesa,… O por ejemplo, en el caso de que tu trabajo te exija reunirte muy frecuentemente con clientes, pacientes, etc. Es ideal disponer de un espacio íntimo que te permita recibir a estas personas, un lugar adecuado para cerrar acuerdos, negociar acciones, atender a tus pacientes en el caso de los psicólogos, nutricionistas etc. o dar clases a tus alumnos, en el caso de dedicarte a la enseñanza.

Pues esto es básicamente lo que un centro de negocios te ofrece: tu propio espacio, tu propia oficina o despacho en el cual concentrarte, con cero ruido y todo lo necesario para realizar tu trabajo a la perfección. ¿Que te apetece un break? Pues también puedes contar con un espacio en común de coworking, donde relajarte, charlar con compañeros, tomarte un estimulante café, o incluso continuar trabajando en el caso de que necesites despejarte un poco del ambiente cerrado de la ofi. Todo en uno, vamos.

En Inspira Workspaces esto fue lo que hicimos. Convertimos nuestra recepción en un espacio común, atractivo, cómodo, que pudiera ofrecer a nuestros clientes esa atmósfera de desconexión y relajación que se merecen para hacer mucho más llevaderas sus jornadas laborales. Además, disponemos de salas dedicadas a la realización de reuniones de cualquier ámbito. Más grandes, si tu reunión albergará a un gran número de personas; más pequeñas, si buscas un ambiente más íntimo o serio.

 

¿Cuáles son las ventajas que te ofrece un Centro de Negocios?

En conclusión, que lo que un centro de negocios te ofrece es el combo completo:

¿Necesidad de Intimidad y Concentración? Tu propio despacho. CHECK.

¿Necesidad de relajarte y sociabilizar? Tu espacio coworking. CHECK.

¿Necesidad de organizar una reunión? Salas con gran capacidad, mesas, asientos, proyectores, pantallas y todo lo necesario a tu entera disposición. CHECK.

Además con el factor añadido de tener tu propia secretaría. Desde recepción, puedes contar con un equipo que recibe tus visitas, acompaña a tus asistentes, te facilita absolutamente todo lo que requieras en tu día a día y que, con mucho gusto, te ayudará con cualquier asunto que les plantees.

Completito ¿no? Pues, piénsalo. Si eres una de esas personas que requieren de concentración, pero odian la soledad, que adoran relacionarse con otras personas, los negocios, el intercambio de ideas, el enriquecimiento y el crecimiento personal, éste es tu sitio. Así que, bueno, ¿por qué no? Anímate y prueba. Estaremos encantados de recibirte y mostrarte todo esto que te acabo de contar para que puedas comprobarlo por ti mismo.


¿Cómo encontrar la motivación en tu cuesta de enero? Nuestro Workspace te aconseja

¿Cómo habéis llevado la cuesta de enero?

En este post, trataremos de hacer una especia de sesión psicológica con el objetivo de aportaros unas técnicas y ejercicios que os ayuden a volver con más fuerza al trabajo después de estos increíbles días de vacaciones. Parece que no, pero el establecer unas pautas de actuación, aunque nuestro ánimo no sea el mejor de los tiempos, ayuda a nuestra mente a sentirse más relajada.

Para empezar, os dejaré un vídeo, creado por la agencia privada de noticias española Europa Press, para que quede claro cuál es el concepto del «Síndrome Postvacacional» y cuáles son sus principales síntomas. Además, también nos da una serie de tips que pueden resultar muy prácticos para tratar de combatir este trastorno:

Es increíble el paso del tiempo, pero, otro año más, ya está aquí la Navidad llamando a nuestra puerta. “Parece mentira que ya haya pasado un año entero”, es algo que nos planteamos la mayoría de nosotros cuando llegan estas fechas. Pero, qué bien poder desconectar de tu rutina, deberes y trabajo. Tanto si tienes el privilegio de coger días de vacaciones como si únicamente libras los días festivos, la Navidad supone una ruptura, un momento de descanso, unos días en los que volver a casa y empaparte del amor y cariño de los tuyos, que seguro que hace más tiempo del que crees que no ves.

Pero, como dice el dicho, que rápido se pasa lo bueno. Para cuando quieres darte cuenta ya es 6 de enero. Y piensas… Mañana tengo que ir a trabajar. A trabajar. BAJÓN. Con lo bien que has estado en casa de tus padres, rodeado de primos, sobrinos, tíos y abuelos. Con lo tranquilo que comiste el día de Navidad, sin pensar en nada más que en disfrutar. Con lo bien que te lo pasaste de fiesta el día de las campanadas, recibiendo el nuevo año como se merece, con lo que disfrutaste el día de la cabalgata de los reyes magos viendo la ilusión reflejada en la mirada de cada niño. Pero ya terminó. Hora de mentalizarse de que mañana tenemos que volver a la oficina Y es aquí donde se podría decir que comienza nuestro bajón post-vacacional navideño.

Si de forma normal nos cuesta levantarnos cada mañana para afrontar nuestras tareas diarias, imagina tras la vuelta de las vacaciones. Este post está dirigido a todos aquellos que necesitarán un pequeño empujón tras el fin de la Navidad. A continuación, os dejo una serie de consejos que os ayudarán mucho a empezar con energía y motivación y que además podréis aplicar al resto de días del año.

Hay días que, independientemente de volver o no de unas vacaciones, nos levantamos perezosos, desanimados, sin energía. Nos movemos torpemente hasta el baño, nos damos una ducha rapidísima que no consigue espabilarnos, nos paramos frente al armario con la mirada perdida sin saber qué modelo elegir para ir hoy a la oficina. Finalmente escogemos algo aleatorio que no termina de convencernos, pero no hay tiempo. Nos preparamos un café y lo bebemos distraídamente mientras escuchamos de fondo la voz del telediario matutino anunciando los acontecimientos del día. Nos ponemos el abrigo y salimos de casa justos de tiempo, camino del metro que nos lleva cada día al trabajo, enlatados en un vagón repleto de viajantes ensimismados en las pantallas de sus móviles. Llegamos a nuestro asiento en la oficina, y mientras se enciende el ordenador, echamos un vistazo a nuestras redes sociales, vistazo que siempre acaba alargándose más de lo esperado, haciéndonos perder más el tiempo y por lo tanto, haciendo más difícil alcanzar la concentración necesaria para llevar a cabo tus tareas laborales.

Numerosos estudios psicológicos afirman que nuestra capacidad de concentración alcanza su punto máximo por la mañana. Es decir, si conseguimos establecer una rutina matutina involucrada en aprovechar al máximo esta capacidad, conseguiremos comenzar el día más motivados y nos acostaremos con la certera sensación de haber incrementado nuestra productividad.

Un factor esencial para llevar a cabo una jornada productiva es tu motivación. Si tu día no comienza bien, lo más probable es que tu motivación descienda. Si tu motivación desciende, tu productividad se verá afectada negativamente. Y si sientes que tu día no ha sido nada productivo, afectará a tu autoestima y con ella a tu motivación. Y así se abre el círculo vicioso.

Pero tranquilo, todo tiene una solución. Y en este caso la solución será establecer una buena rutina mañanera enfocada en aprovechar al máximo estas horas tan claves. Está claro que cada persona es diferente, lo que implica una dificultad en la creación de una única rutina afín a todo el mundo. Sin embargo, existen sencillas acciones que te ayudarán a reforzar tu motivación y con ello, conseguir que tus días sean más productivos.

Consejo #1. Escoge una acción y repítela cada día.

Fácil y sencillo, empezar el día siempre de la misma manera te ayudará a comenzar a definir una rutina diaria, con el objetivo de aprender a dirigir todo tu esfuerzo en las tareas más importantes, dejando de perder el tiempo en cosas banales. No tiene por qué ser una acción complicada. Yo en mi caso, cada mañana al despertarme me siento en la cama y respiro profundamente cuatro veces. Tras ello, bebo un vaso de agua que dejo el día anterior en mi mesilla de noche. Y a funcionar. Me suelo levantar con bastante tiempo de antelación, ya que me gusta darme una ducha tranquilamente y tomarme mi tiempo saboreando mi café con tostadas de mantequilla de cada mañana. Lo importante es centrarte en la realización de cada acción. Si estás desayunando, evita distraerte desbloqueando el móvil y poniéndote a curiosear por las redes sociales. Es increíble el tiempo que perdemos al día por culpa de esto. Está bien distraerse un poco, pero siempre en forma de descanso, tras haber realizado alguna tarea importante.

Si tienes que viajar en transporte público, utiliza ese viaje para distraerte con el móvil, ya que ese momento no requiere de tu máxima concentración.

Consejo #2. El listado.

Llega el momento de sentarte frente a la pantalla de tu ordenador. Mientras se enciende y actualiza, coge un papel y un boli y haz un listado de las tareas que tienes que llevar a cabo en el día. Tras ello, ordénalas según el nivel de implicación y concentración que requieren, de forma que coloques en primer lugar la labor más costosa. Silencia tu teléfono y trata de aprovechar la primera hora de trabajo al máximo, centrándote únicamente en la tarea seleccionada.

Cuando finalices dicha labor, sentirás la satisfacción de haber conseguido tu propósito y con buenos resultados. Dicha satisfacción hará que tu motivación no disminuya, por el contrario, conseguirás que tus niveles de energía aumenten. El objetivo es que tras finalizar tu primera labor te sientas tan motivado que quieras continuar con la siguiente tarea de tu listado.

A medida que pasan las horas, nuestros niveles de energía y concentración van descendiendo debido al desgaste mental consecuente del trabajo. Por ello es tan recomendable llevar a cabo las tareas más costosas en las primeras horas de la mañana, que es cuando nuestra capacidad de concentración es más elevada. En cuanto notes que comienza a costarte mantener la atención en lo que estás haciendo, para. Descansa, levántate de tu silla y acércate a la máquina de café. Charla con tu compi sobre qué tal sus días de Navidad y sobre qué planes hay para ese finde. Disfruta de tu café, abre Facebook y echa un vistazo a la foto que acaba de publicar tu viejo amigo. Tras ello, más despejado, vuelve a tu escritorio, guarda el móvil en el cajón y vuelve a observar el listado de tus tareas que has escrito a primera hora.

Ya te has quitado las labores más complicadas, por lo que puedes comenzar con esas tareas que tienes que realizar pero que no necesitan de una concentración excesiva. Además, podrás llevarlas a cabo mucho más calmado, con la conciencia satisfecha por haber aprovechado al máximo tus momentos más fructíferos.

Consejo #3. Para los que llevan mal el madrugar.

Es en este punto cuando se plantea la siguiente situación… ¿y qué pasa si eres de esas personas que están muy dormidas por la mañana y les cuesta horas ponerse a funcionar a pleno rendimiento?

Bueno, pues hagámoslo al revés. Papel y boli, y lista de tareas. Pero en este caso, ordena tus labores de menor a mayor concentración requerida. Comienza por pequeñas tareas y ve tachando. Porque… qué placer da eso de tachar las cosas anotadas en un listado. Esta satisfacción hará que tu motivación se venga arriba y seas mucho más productivo. Cuando ya sientas que tu concentración comienza a funcionar a tope, ponte con la tarea más costosa.

Date cuenta que cuando la termines, habrás conseguido tu objetivo. Te has quitado la tarea más importante y en tu lista aparecen tachadas la mayoría de las pequeñas tareas que tenías que realizar hoy sí o sí. ¡Enhorabuena! Porque es un avance enorme hacia tus objetivos.

Consejo #4. Orden y más orden.

Este es un consejo adicional y personal que me gustaría compartir. No hay NADA como una oficina ordenada. De verdad. No sé si seréis de los míos, pero si hay algo que me causa una tremenda ansiedad y que no permite a mi cerebro ni un ápice de concentración es un escritorio abarrotado de papeles con garabatos, carpetas a rebosar de fichas, bolígrafos por todas partes (de los que el 90% no pintan), veinte post-it rodeando el marco entero del ordenador, grapadoras (sin grapas), y ¿qué hacen aquí estas llaves? Es superior a mí. Bueno, pues sé que cuesta ponerse a ordenar (sobre todo cuando toca ordenar armarios, salón, y en general la casa entera), pero está demostrado que el orden transmite una sensación de simetría a nuestro cerebro provocando paz y tranquilidad en nuestra mente, lo que hace que nuestra capacidad de concentración aumente increíblemente y seamos mucho más productivos. Un despacho desordenado y hasta los topes de objetos no hace más que bombardearnos de estímulos y distracciones, impidiéndonos centrarnos en nada en particular.

En nuestro Workspace, ésto lo llevamos a rajatabla. Nos importa muchísimo que nuestros clientes logren encontrarse a gusto en sus reuniones o en sus despachos privados y consigan sacar el máximo rendimiento siempre. Los colores también son un factor importantísimo a la hora de crear un ambiente propicio para la concentración, el negocio o el aprendizaje, pero mejor, de eso ya hablaremos en otro post, que si no este post puede acabar siendo interminable.

Como veis, es una cuestión de focalizar el esfuerzo en la realización de una sola tarea. Desde el momento en el que despiertas, trata de llevar a cabo tus quehaceres de forma ordenada y siempre centrado en lo que estás haciendo en ese momento. Evitar distracciones como el móvil, el correo y las redes sociales. Déjalas para tus momentos de descanso. Te animo a que lo pruebes, a que establezcas unas pautas rutinarias para cada día que acaben convirtiéndose en pequeños rituales. Te aseguro que te sentirás muchísimo más motivado, lo que afectará positivamente a tu felicidad y tranquilidad, además de incrementar enormemente tu productividad en cada ámbito de tu vida. Y, por último, no te olvides, escritorio y despacho despejado para conseguir el 100% de la concentración. ¡ÁNIMO!


¿Qué ventajas aportan los viajes de incentivos? Crea valor fuera de tu workspace.

¡Viajar y encima como premio!

Los viajes de incentivo. De este tema trata el post de hoy. De cómo las empresas premian a sus empleados a través de estas experiencias, estas remuneraciones no económicas pero con alto poder motivacional y de unión entre empleado-empleado y empleado-empleador. Veremos cuáles son los beneficios que provocan tanto en los trabajadores (motivación, sentimiento de pertenencia, compromiso con la empresa) como en el empresario (aumento del resultado económico, mejor ambiente de trabajo, empleados más felices). ¡Vamos con ello!

¿A quién no le gusta viajar?

Y ya no hablo de viajar a países exóticos, destinos tropicales o misteriosos ecosistemas… Viajar en el sentido… ¡necesitaba salir de mi rutina!  Cuatro días en la playa, dos días en una casa rural perdida en las montañas, o  ¿por qué no? Me voy con mi mochila diez días a Tailandia. Hay infinitos tipos de viajes, para todos los gustos y bolsillos y durante los 365 días que tiene el año. Pero lo que es común a todos ellos es lo que buscamos al realizarlos; vivir, experimentar cosas nuevas, sentir el mundo a tus pies, dejar la mente en blanco, desprenderse de las preocupaciones de la vida diaria y simplemente sentir la vida latir en cada poro de tu piel. Absorber la cultura de diferentes personas y lugares, saborear la gastronomía única de cada lugar, dejarte envolver por la maravillosa atmósfera creada de lo que nos resulta desconocido pero por ello doblemente atractivo y apasionante. En pocas palabras; enriquecer tu alma y sanar tu mente.

Bueno, ¿y si te digo que todo esto te lo ofrecen en forma de recompensa por tu visible esfuerzo como trabajador de tu empresa? ¿No te resulta doblemente satisfactorio? Vas a poder vivir una experiencia que recordarás el resto de tu vida y además vas a sentir ese increíble sentimiento de orgullo y satisfacción que supone que reconozcan tu valor como trabajador y como persona.

En Inspira Wokspaces sabemos cómo es el ritmo de trabajo de muchas personas de negocios. El día a día se vive con mucha intensidad. Lo vemos en cada una de nuestras salas, cada vez que se organizan importantes reuniones corporativas o formaciones empresariales, o en cada despacho, viendo como sale y entra una inmensa cantidad de personas nerviosas por la entrevista de trabajo a la que se enfrentan. O, relajándote en el espacio coworking, a medida que pasan los días, las conversaciones entre los coworkers suelen estar relacionadas con lo pesada que se está haciendo la semana y las ganas de fin de semana que tienen en el cuerpo. Es completamente lógico y necesario el darle al botón de OFF por unos días y disfrutar de uno mismo y de todo lo bueno que este mundo nos ofrece. Por ello, un viaje es la opción ideal para ello y, si encima, sirve para hacer que tus empleados se unan más entre ellos y con tu empresa, resulta perfecto.

El comienzo de los viajes de incentivos.

Los viajes de incentivos como tal, comenzaron teniendo un único objetivo; el premiar a los trabajadores de una plantilla empresarial tras los buenos resultados obtenidos en el año laboral. Llamémosle “recompensa” por un buen rendimiento que ha desembocado en un ascendente crecimiento económico del negocio.

Sin embargo, en la actualidad vemos como esto está cambiando.  El principal objetivo de las empresas al premiar a sus trabajadores con un viaje de incentivo sigue siendo el concepto comentado de “recompensa”, de “agradecimiento”. Pero a este objetivo se le han ido uniendo otros nuevos, como utilizar estos viajes como una potente herramienta de motivación hacia sus empleados. Pero bueno, esta fórmula tampoco es algo nuevo. Qué padre o madre no le ha dicho a su hijo; “si haces bien los deberes y apruebas el examen del jueves, el sábado iremos al cine”. Pues esto es básicamente lo mismo, sólo que las consecuencias de motivar a un trabajador a bordar su trabajo pueden significar un enorme incremento de la productividad y rendimiento laboral que lleve al empresario a obtener excelentes y crecientes resultados económicos.

En este vídeo, Miguel Velasco, gerente general de la agencia de viajes Coltur, nos explica cómo un viaje de incentivo puede motivar enormemente a los trabajadores al ver recompensado su trabajo, creando un recuerdo mucho más perdurable en la memoria. El factor de la motivación de tu plantilla de trabajo es la fuerza de venta más importante para el negocio, por lo que invertir en este tipo de viajes es completamente rentable para la empresa:

 

Beneficios para la totalidad de la empresa.

Cuando un trabajador sabe que el premio por realizar bien su trabajo va a ser viajar, se motiva y aumenta su esfuerzo al máximo para conseguirlo. Y ¿a qué conlleva esto? A una mejora global del rendimiento y productividad empresarial en su conjunto.

Otro beneficio que consiguen las empresas al premiar a sus trabajadores con viajes de incentivo, y que a mí personalmente me parece una increíble estrategia de marketing, es la potente mejoría en su imagen de marca desde el punto de vista de los clientes y de la sociedad en general.

Recuerdo que tuve un amigo que trabajó durante unos años en la tienda oficial de Apple. Yo alucinaba cuando me comentaba que la cesta de Navidad que le regalaban cada año no contenía jamón, vino ni otros productos de la gastronomía. Su cesta estaba llena de productos Apple, como Iphones, Tablets, auriculares, ordenadores, etc. Recuerdo pensar… madre mía, yo quiero trabajar en Apple.

A eso me refiero con mejorar tu imagen empresarial ante la sociedad. Transmites la idea de premiar a tus empleados con fantásticas recompensas, lo que hace pensar que tu empresa va bien, que te implicas con tus empleados, que los mimas y te preocupas por su bienestar, fidelidad y felicidad. Vamos, que a cualquier persona le encantaría poder trabajar en tu empresa.

Fortalecimiento de las relaciones personales. Un mejor ambiente de trabajo.

Además de todos estos beneficios que comentamos a nivel externo y a nivel motivacional del trabajador que conlleve a una mejora del rendimiento a nivel interno, está el factor del fomento de las relaciones entre el personal. La realización de un viaje junto a otras personas suele estrechar lazos entre los participantes, ya que se realizan muchas actividades en conjunto. Podríamos llamarlas actividades de “team building”, con las que conseguimos que nuestros trabajadores potencien sus habilidades de trabajo en equipo y que sus relaciones entre compañeros mejoren notablemente.

¿Cómo organizo mi viaje de incentivo?

Todo esto puede empezar por citar a los empleados de tu workspace a una reunión para comunicarles tu idea de realizar un viaje juntos. Sentados todos a la mesa, podéis comenzar a establecer las pautas del viaje: en qué hoteles podéis alojaros, qué restaurantes tienen mejores recomendaciones, qué visitas son absolutamente imprescindibles y, ¿por qué no,  dónde está esa famosa zona de bares de copas para ir el sábado noche a divertirse un rato?

En verdad, el tener un equipo de trabajadores felices y que se aprecian entre sí, significa una sinergia enorme para la empresa, ya que esto implicará fidelidad del trabajador hacia el negocio, ya que se encuentra a gusto dentro de la empresa, tiene lazos de amistad con sus compañeros y además motivación para llevar a cabo lo mejor posible su trabajo.

En resumen, un viaje de incentivo no es un gasto que computar y contabilizar en la cuenta del negocio, sino más bien una inversión que aportará unos beneficios que, primeramente, no serán económicos, pero que a largo plazo, se traducirán en increíbles mejoras de los resultados empresariales, como consecuencia de la motivación creada, la facilitación de entablar lazos entre los trabajadores que fidelicen su estancia en nuestra empresa y por la mejora en la imagen corporativa del negocio en sociedad.